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Para resolver un problema, primero hay que volverlo evidente

Por: Javier Millán Gómez
(Publicado en el diario "El Sol de Toluca". Viernes 6 de Diciembre de 2019)
El movimiento feminista cada vez está ganando más espacios en las discusiones sociales cotidianas, el escenario donde esto ocurre es en las Redes Sociales Virtuales, Facebook y Twitter son los espacios de tráfico informativo; un ir y venir de ideas, pero que difícilmente congenian para generar acuerdos o aceptar diferencias. El feminismo polariza, enerva.

La semana ha estado inundada de malas noticias respecto a las desapariciones de mujeres, se comparten rostros y nombres, algunas fueron encontradas vivas, otras muertas y una en particular mintió sobre su desaparición. Y se señala, se presta demasiada atención y se olvida la lucha constante; mujeres libres.

Jugadores del Club América Sub 17, se grabaron haciendo mofa de la protesta y el canto feminista “Un violador en tu camino”, los condenaron en Facebook, otros usuarios, masculinos en su mayoría, también comparten mixes y ediciones musicales de la manifestación que se ha presenciado en diferentes partes del mundo. Vuelven de la canción feminista algo pegajoso, pero no hay una idea distinta sobre lo que ocurre con las mujeres. Parece que la sociedad cree que no hay mucho qué pensar.

La gente condena las pintas del movimiento feminista, sentencian que destruir o rayar un monumento histórico no es la forma de protestar; pero las mujeres que se manifiestan no pintan todo, sólo aquello que no les representa, puedo asegurar que, si un monumento hiciera referencia a su lucha, no sería ultrajado en lo absoluto. Cada monumento, cada edificio institucional, cada espacio pintado no representa ningún logro de las mujeres; no hay espacio para ellas en la vida pública o en los símbolos nacionales. El logo de “Gobierno de México” no tienen ninguna mujer en él, y los billetes de 200 pesos con Sor Juana Inés y la frase “Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón” impresa en el papel verde, han sido sustituidos por dos hombres, Miguel Hidalgo y José María Morelos, la dupla nacionalista sustituyó a un emblema de la mujer nacional. Pero en la opinión pública sólo hay cabida para la indignación de algo que ni se conoce.

La libertad es el estandarte del movimiento feminista, sobre los cuerpos, las actividades, los salarios, las profesiones y las decisiones. Bajo ese sentido todos nosotros estamos involucrados, lo que queremos ser siempre está impedido por alguien más, no podemos ser libres, estamos atados a una sociedad que dicta cómo debemos comportarnos y qué debemos hacer en ella, por supuesto hasta los padres intervienen en maniatar nuestros sueños.

Hace unos días un amigo médico platicó conmigo, me contó sobre una de sus pacientes, una joven de 17 años que tenía problemas de salud y estrés, mi amigo le preguntó si hacía algún tipo de actividad deportiva; la joven declaró que le encantaba jugar futbol, sin embargo, dejó de hacerlo pues al ir a entrenar o jugar los fines de semana, hombres la acosaban de camino a casa. Su padre le prohibió seguir jugando futbol. La libertad de aquella mujer se vio limitada y su padre prefirió evitar el problema que resolverlo. Una mujer no puede jugar futbol, no puede hacer lo que le gusta.

Los problemas de las mujeres no deben resultarnos ajenos, nosotros también sufrimos la negación de nuestros propios gustos, nuestras recreaciones, tenemos historias que al contarlas convencen a alguien más del problema que padecemos. Los testimonios son poderosos, pero no deben ser ambiguos, tienen que ser muy descriptivos; quién, cuándo, dónde, por qué, qué fue lo que sentí, qué me está provocando. Las historias convencen y vuelven un problema evidente, para que lo malo desaparezca, primero tenemos que percibirlo, sentirlo, pensarlo y asimilarlo; y el testimonio es la mejor manera, después se encaminará a resolverlo.

El problema de las feministas no es sólo de ellas, si la libertad es el pilar de su protesta, es la ocupación de los esclavos; edificar nuestra propia libertad como ellas y junto a ellas.



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