Por: Javier Millán Gómez Algunos precursores del conductismo, como B.F. Skinner, elaboran posibles conjeturas que expliquen el aprendizaje de los niños. Dos son las más próximas, los niños forman su conducta a partir de la imitación, y otra a partir de la diferenciación, de la utilidad que les genera hacer o dejar de hacer. Entienden las repercusiones de sus actos, lo que pueden provocar y lo que puede pasar desapercibido. Así se van formando los seres humanos. Un niño va generando su propia experiencia, que lo vincula con su entorno, si aprende a robar es porque sabe que no hay ninguna repercusión, si no es de su contexto que sanciona, será la moralidad la que tampoco le importe. El sentido del bien y el mal se ve tergiversado. La experiencia le advierte al niño, de los riesgos, que no asume, sin embargo, que sigue siendo feliz por el presente, por el momento que le da felicidad más allá del riesgo o del peligro que pueda representar a su cuerpo, no le importa de igual manera seg
Pensando en lo que no se ha pensado