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Un ritual de ligue llamado: “Tinder”

Por: Javier Millán Gómez
Columna publicada en "El Sol de Toluca". Viernes 17 de Abril.
El espacio público, calle, escuela, trabajo, fiestas, bares, parques o el transporte público. Múltiples formas de hacernos coincidir entre seres humanos, distintas maneras de conocernos a partir de un accidente cotidiano. Sin embargo, la gente decide hacerlo por Tinder.
Es cierto, en tiempos de COVID-19, lo virtual nos ayuda a generar nuevas formas de socializar y también de conocernos; “pon un punto y te digo algo” se lee frecuentemente en Facebook. Por esos nuevos espacios virtuales de socialización les compartiré un pequeño experimento.  
Hace unos meses descargué Tinder, tenía curiosidad de su funcionamiento y sobre todo por la manera en cómo las personas se conocían. Quise mantener un poco mi anonimato así que sólo me conectaba en otra ciudad, para que los que pudieran verme fueran completamente desconocidos. La plataforma te permite seleccionar si estás interesado en conocer hombres o mujeres, el rango de edad y el perímetro medido en kilómetros cerca del lugar donde te encuentras. Me topé con varias personas transgénero generaban un registro como mujeres interesadas en hombres. No sé bien cómo funcione la fórmula de la aplicación.

Al entrar a la aplicación te aparecen inmediatamente los perfiles, con el nombre de una persona y la distancia a la que se encuentran de ti, algunos tienen una cuenta en Instagram que colocan en la descripción, piden que los sigas en su otra red social. La dinámica consiste en ver las fotos de los usuarios e ir seleccionando si te gustan o no. La mayor parte de las personas en Tinder muestran su cuerpo completo en las fotografías expuestas, algunos de sus últimas vacaciones o en alguna fiesta haciendo uso de su mejor indumentaria. Hice “Match” con algunas, esto significa que ambos logramos encontrar nuestros perfiles y nos seleccionamos mutuamente por haberse gustado entre sí. 

Aunque una acción como el “deslizar a la derecha” para indicar que alguien te guste, no puede determinar tu afinidad absoluta hacia la persona.
Entré a la dinámica, a veces miraba las fotos y leía las descripciones e incluso buscaba su cuenta en Instagram; otra vez pasaba los perfiles rápidamente de forma aleatoria y deslizaba de forma seguida las imágenes de los perfiles a la derecha para indicar que todas me habían gustado, sin necesidad de revisar su información. Quería hacer un “Match”, lo logré.
Con la primera chica le escribí y fui directo, pregunté cuándo la podía ver, no objetó mi atrevimiento, me dijo por dónde vivía, sólo le pedí tiempo para organizar mis semanas y agendar la cita. Después de dos semanas eliminó el “Match”, por lo que me fue imposible volverle a escribir. Las chicas posteriores me pidieron platicar un poco, pero después de tardar en responderles también eliminaron el “Match”. En Tinder las personas viven con prisa de conocerse.

Lo extraño ocurrió hace unas semanas. La plataforma me presentó a Mía, al coincidir nuestro supuesto “gusto” mutuo entre nosotros la aplicación me lo notificó, no tardaron ni 5 minutos y tomó la iniciativa de escribirme.

Empezamos a platicar un poco; como mi objetivo estaba en experimentar, conocer y escribir sobre ello, le pregunté: - ¿A menudo conoces a gente por Tinder?- No. Me respondió. – Porque hay muchos descerebrados, no saben leer, todos preguntan:  ¿A qué te refieres con profesional?.

En las fotografías de su perfil de Tinder  Mía aparecía con una gorra de policía, el cabello pintado de color rojo, ropa interior diminuta, la foto se la había tomado frente al espejo de una habitación,  se podía observar un tubo recordando a cualquier table dance y un sillón de posiciones se encontraba a sus espaldas. En su descripción aparecía la leyenda “Soy profesional”. Le respondí:
-         -Pues quizá generes una imagen distinta. En tus fotos hasta aparece un sillón de posiciones y quizá por eso te preguntan-
-         -Otro retrógrada que estereotipa, a esto me refiero –
-         -Disculpa, sólo sugería- comenté.

Mía no volvió a responderme, pero cambió la descripción de su perfil. “Soy profesionista” se lee ahora. Y en efecto me había dicho que era abogada.

Tinder como todas las redes sociales sólo generan una representación de nosotros, se elige ser en función de lo que los demás están proyectando en ese espacio virtual. Hay un gusto por mostrarnos físicos cuando sólo somos virtuales en Internet.



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