Por: Javier Millán Gómez
Es innegable el talento del jugador del Paris Saint-Germain, Kylian Mbappé, el cambio de aceleración mientras corre, la precisión con la que conecta al balón para llevarlo a las redes; recientemente fue autor de uno de los goles que llevaron a la selección francesa a ganar la copa mundial de futbol, tan sólo con 19 años, sólo igualando al brasileño Pelé como uno de los jugadores más jóvenes en alzar una copa del mundo. Junto a él se incluyen otros jugadores de ascendencia africana; Paul Pogba, N’Golo Kanté, Blaise Matuidi, Samuel Umtiti , Raphaël Varane y Ousmane Dembélé se suman a la lista. Únicamente cuatro de los 23 futbolistas galos, son de padres nacidos en Francia.
La situación es clara, y Nicolás Maduro, actual presidente de Venezuela lo ha declarado: “El equipo de Francia parecía el equipo de África, ganó África realmente”, cartones y memes han circulado en las redes sociales haciendo alusión al acontecimiento futbolístico francés.
Me considero un gran aficionado al balón pie, por supuesto que no iba a perderme la final de la copa del mundo, desde que el certamen inicio aposté por los franceses, era el equipo número uno en llevarse el triunfo absoluto en el torneo. Me parecen estrellas innegables. Pero mientras los veía jugar me pregunté - ¿Qué necesita una nación africana para levantar la copa del mundo? -, tardé unos minutos en responderme -Necesita jugar usando los colores de otro país-.
Los equipos africanos parecen ser obstáculos incómodos de cualquier potencia futbolística, este año quién estuvo a punto de hacer la travesura fue Senegal, pero el fútbol no le alcanzó. Hace ocho años Ghana por poco termina con la participación de Uruguay en cuartos de final, su estrella Asamoah Gyan falló un penalti justo antes de que el partido terminara. Los africanos no concretan sus grandes hazañas
Una muestra del contraste africano, donde dos jugadores pertenecientes una misma región tienen resultados diferentes representando a naciones distintas se manifiesta con los hermanos Boateng, mientras Jérome viste los colores del Bayern de Múnich y la camiseta blanca de Alemania, Kevin-Prince le es fiel a la selección de Ghana, que no ha logrado ser campeón de África desde hace más de 30 años.
Lo interesante de la situación, son los discursos superficiales que se emiten a través de la Televisión, en Televisa después de la final de fútbol, reconocían a Francia como un país de inclusión y diversidad étnica, según los comentaristas el campeonato francés era muestra de ello. Sin embargo, la inclusión no está acentuada en la nación, algunas localidades de inmigrantes africanos se encuentran perfectamente localizadas en el mapa; es el caso de Bondy, la comunidad que vio nacer a Mbappé, estigmatizada como un lugar de delincuentes y violento, aunque existe una incorporación nacional, aún permanecen apartados y la situación podría empeorar.
De acuerdo con Reporte Índigo, en 2017 fueron deportadas 26 mil personas en Francia, durante el primer año del actual presidente Emanuel Macron, que por cierto se capturaron varias fotografías donde se veía efusivo al festejar los goles de sus jugadores con sangre africana; aumentó 34 por ciento la cantidad de extranjeros rechazados en la frontera cuando trataban de ingresar a Francia.
La nación europea campeona del mundo no es tolerante, ni inclusiva, sólo se han construido imaginarios sociales a partir de los éxitos de su selección de fútbol, lo mismo ocurrió en 1998 cuando Jacques Chirac habló de “Unidad Nacional” y besó la calva del portero Fabien Barthez en medio de jugadores con ascendencia africana, incluyendo también al legendario de sangre argelina, Zinedine Zidane.
El mandato del presidente Macron apenas ha comenzado, se emocionará con el triunfo de su selección al mismo tiempo que continuará con sus políticas anti migratorias, adjudicará reconocimiento a los extranjeros cuando estos le generen utilidad, como por ejemplo que los medios de comunicación hablen bien de Francia cuando esta gana un campeonato del mundo.
Es innegable el talento del jugador del Paris Saint-Germain, Kylian Mbappé, el cambio de aceleración mientras corre, la precisión con la que conecta al balón para llevarlo a las redes; recientemente fue autor de uno de los goles que llevaron a la selección francesa a ganar la copa mundial de futbol, tan sólo con 19 años, sólo igualando al brasileño Pelé como uno de los jugadores más jóvenes en alzar una copa del mundo. Junto a él se incluyen otros jugadores de ascendencia africana; Paul Pogba, N’Golo Kanté, Blaise Matuidi, Samuel Umtiti , Raphaël Varane y Ousmane Dembélé se suman a la lista. Únicamente cuatro de los 23 futbolistas galos, son de padres nacidos en Francia.
La situación es clara, y Nicolás Maduro, actual presidente de Venezuela lo ha declarado: “El equipo de Francia parecía el equipo de África, ganó África realmente”, cartones y memes han circulado en las redes sociales haciendo alusión al acontecimiento futbolístico francés.
Me considero un gran aficionado al balón pie, por supuesto que no iba a perderme la final de la copa del mundo, desde que el certamen inicio aposté por los franceses, era el equipo número uno en llevarse el triunfo absoluto en el torneo. Me parecen estrellas innegables. Pero mientras los veía jugar me pregunté - ¿Qué necesita una nación africana para levantar la copa del mundo? -, tardé unos minutos en responderme -Necesita jugar usando los colores de otro país-.
Los equipos africanos parecen ser obstáculos incómodos de cualquier potencia futbolística, este año quién estuvo a punto de hacer la travesura fue Senegal, pero el fútbol no le alcanzó. Hace ocho años Ghana por poco termina con la participación de Uruguay en cuartos de final, su estrella Asamoah Gyan falló un penalti justo antes de que el partido terminara. Los africanos no concretan sus grandes hazañas
Una muestra del contraste africano, donde dos jugadores pertenecientes una misma región tienen resultados diferentes representando a naciones distintas se manifiesta con los hermanos Boateng, mientras Jérome viste los colores del Bayern de Múnich y la camiseta blanca de Alemania, Kevin-Prince le es fiel a la selección de Ghana, que no ha logrado ser campeón de África desde hace más de 30 años.
Lo interesante de la situación, son los discursos superficiales que se emiten a través de la Televisión, en Televisa después de la final de fútbol, reconocían a Francia como un país de inclusión y diversidad étnica, según los comentaristas el campeonato francés era muestra de ello. Sin embargo, la inclusión no está acentuada en la nación, algunas localidades de inmigrantes africanos se encuentran perfectamente localizadas en el mapa; es el caso de Bondy, la comunidad que vio nacer a Mbappé, estigmatizada como un lugar de delincuentes y violento, aunque existe una incorporación nacional, aún permanecen apartados y la situación podría empeorar.
De acuerdo con Reporte Índigo, en 2017 fueron deportadas 26 mil personas en Francia, durante el primer año del actual presidente Emanuel Macron, que por cierto se capturaron varias fotografías donde se veía efusivo al festejar los goles de sus jugadores con sangre africana; aumentó 34 por ciento la cantidad de extranjeros rechazados en la frontera cuando trataban de ingresar a Francia.
La nación europea campeona del mundo no es tolerante, ni inclusiva, sólo se han construido imaginarios sociales a partir de los éxitos de su selección de fútbol, lo mismo ocurrió en 1998 cuando Jacques Chirac habló de “Unidad Nacional” y besó la calva del portero Fabien Barthez en medio de jugadores con ascendencia africana, incluyendo también al legendario de sangre argelina, Zinedine Zidane.
El mandato del presidente Macron apenas ha comenzado, se emocionará con el triunfo de su selección al mismo tiempo que continuará con sus políticas anti migratorias, adjudicará reconocimiento a los extranjeros cuando estos le generen utilidad, como por ejemplo que los medios de comunicación hablen bien de Francia cuando esta gana un campeonato del mundo.
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