Por: Javier Millán Gómez
La mayoría tenemos una idea de las capacidades y limitaciones intelectuales que tiene el presidente mexicano Enrique Peña Nieto. De vez en cuando llegan a sorprender (todavía) los mensajes que da a conocer sobre alguien. Recientemente a través de un tweet, lamentó el fallecimiento del monero RIUS, reconociendo la trayectoria profesional del caricaturista a través de sus libros e historietas.
El personaje resultó ser tan popular en la historia de la
caricatura mexicana, que no pudo pasar inadvertida su muerte, ni para Peña que
lo reconoció a pesar que durante su vida; RIUS siempre despreció abiertamente
al mandatario mexicano y su partido. Lo “popular” siempre es parte del
presidente que aprovecha el momento para hacerse notar.
Algo similar ocurrió con Malala; la joven paquistaní que se
reunió con Peña la semana pasada. Aprovechando el peso simbólico (y
popularidad) de la activista, fue su invitada en los Pinos.
¿De qué hablaron? ¡Quién sabe! , ¿Cuál fue la trascendencia
de la reunión? ¡No nos queda claro!. Los encabezados de los periódicos hablaron
de las declaraciones del mandatario reconociendo a la paquistaní como: “una
gran luchadora en favor del derecho a la educación de las niñas y de los
niños”. Y por supuesto, aprovechar la oportunidad para posicionar sus acciones
políticas:
-“Una de las cinco grandes prioridades que nos trazamos fue
impulsar una reforma educativa, para asegurar que hubiese mayor calidad en la
educación”-.
-“Queremos que los niños aprendan a razonar y aprender por
sí mismos. Ese es el cambio que impulsamos y vamos muy bien”-. Señaló el
ejecutivo.
Para Peña Nieto pensar es importante, aunque no sepa de qué
se trata eso de “pensar”; juzga a los mexicanos que PIENSAN que en el país
existe una crisis e ingenuamente le atribuye el problema a algo “de la mente”.
El mandatario también reconoce la lucha de Malala en favor
de la educación, pero no ha podido reconocer a una persona mexicana que luche
por los derechos humanos. Claro, porque la mayoría de ellos van en contra de
sus acciones políticas que van “muy bien”. 10 periodistas han sido asesinados
en lo que va del año por ser fervientes portadores de la verdad.
¿Entenderá Peña la idea, los alcances y el impacto que
significa recibir Educación? ¿O tener Educación para el presidente significa no
subir los codos a la mesa o hablar con la boca llena?
La educación no tiene que volver adoctrinados a los
ciudadanos, los tienen que volver críticos y propositivos; incluso si van en
contra de los grupos de poder que mantienen a este país en deplorable estado
actual. La educación debería de transformar, no conservar.
Peña Nieto no entiende qué ocurre con Malala, simula que lo
entiende. No es capaz de reconocer la diferencia entre alguien que está
dispuesta a morir por la causa, y alguien que amarra las causas para conservar
su vida. No puede reconocer la diferencia que pueda señalar que hay mucho
mejores seres humanos que él.
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