Por: Javier Millán Gómez
La disputa mediática por la presidencia de la república acaba de comenzar; durante 90 días serán casi 23 millones de spots los que serán emitidos a través de los medios de comunicación.
Los spots son mensajes estructurados que persiguen intenciones específicas, más allá de conseguir el voto del electorado; resultan ser ideas, referencias sobre la forma de ver a los políticos, la cultura, México y hasta los supuestos enemigos de la nación.
Las próximas semanas dedicaré algunos escritos de este espacio, al análisis del lenguaje político en los spots de cada uno de los candidatos, con la finalidad de incentivar al análisis de sus discursos, y poder aproximarse a la forma en cómo ellos perciben lo que les rodea.
En los discursos, son importantes las palabras que se vinculan estrechamente con los pensamientos, se utilizan para referirse a algo en el mundo, asociar el amor con la felicidad, el miedo con lo desconocido, la paz con el bienestar, la guerra con la muerte; son algunas de las referencias que se enlazan entre sí para cobrar un sentido. Una idea se constituye a partir de esa asociación de palabras. Pensar diferente involucra necesariamente una nueva forma de vincular las palabras, es decir, que salgan de lo ordinario. Por ejemplo asociar la guerra con el amor o el miedo con la paz. Los políticos no piensan diferente, pero sí revelan asociaciones interesantes en sus ideas.
En su spot más reciente, José Antonio Meade, candidato del Partido Revolucionario Institucional, aparece frente a unos jóvenes; pregunta tratando de conocer la intención de su voto, ellos se muestran indecisos y señalan que “todos son una bola de corruptos”, inmediatamente Meade responde: -No todos somos iguales-. La palabra “somos” lo hace parte de algo, en este caso de los políticos, uno de los aspectos esenciales en la campaña de Meade es darse a conocer como un hombre alejado de la política, sin militancia establecida. Aunque hay una negación en su respuesta, se vuelve parte de algo al decir “somos”, diferente sería que declarara: -No todos son iguales-, excluyéndose del grupo.
El mensaje termina con una frase importante. -No nos vayamos a equivocar en esta elección- advierte el candidato tricolor. Da a conocer un posible riesgo, plantea la equivocación como una posibilidad. Una referencia sutil a lo que representa Andrés Manuel López Obrador para los priistas, un peligro.
Hace seis años, el actual presidente Enrique Peña Nieto hizo una referencia similar mientras hacía campaña política. “Yo no voy a dividir a México”, una constante entre ambos candidatos que pretenden diferenciar a través de las palabras, una idea entre el “YO” y el “ELLOS”, donde los demás son los equivocados. Tanto Meade en este spot como Peña hace seis años, dan a conocer esa idea en sus mensajes, un pensamiento de diferencia y discrepancia contra su contrincante en común. No reconocer a Andrés Manuel bajo ningún aspecto implica dividir; señalar constantemente la diferencia provoca eso, separar, no unificar ni conciliar.
El mensaje inicial de José Antonio Meade mantiene subyacente la diferencia, tratará de distinguirse frente al resto de sus adversarios, particularmente con el candidato de MORENA que fue, es y será “Un peligro para México” y para todos sus adversarios, más aún cuando se encuentra significativamente encabezando todas las preferencias electorales.
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