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El país del odio

Por: Javier Millán Gómez
Por la mañana una amiga en Facebook escribió: “¿Llegará el día en que no nos despertemos con una tragedia?”
La tragedia en el primer día de Octubre, los estadounidenses no olvidarán la masacre más sangrienta de su historia, en la ciudad del pecado: Las Vegas.
Más de 50 muertos se han contabilizado en las primeras horas, el responsable fue identificado y abatido por la policía y de acuerdo con información oficial no hay vínculo alguno del culpable con el grupo terrorista ISIS. El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump calificó al atentado como “un ataque terrible”.
Aún no tengo idea de la imagen mental que se dibujó en la mente del mandatario estadounidense al pronunciar esas palabras; no sé si tenía en mente la fotografía de un afroamericano muerto en el suelo como resultado de ese ataque; calificando también a la masacre como “un acto de pura maldad”.
¿Cuál es la definición que tiene Donald Trump sobre la maldad?, filosóficamente sería imperdible conocer su respuesta, quizá desglosaría dos definiciones distintas, una para la “maldad” y la otra para la “pura maldad”. Me atrevo a realizar un enlistado con las acciones y hechos que el presidente norteamericano clasificaría de acuerdo a sus acciones y las acciones de los demás.   
Asesinato en las Vegas – Pura Maldad
Mexicanos cruzando la frontera – Pura maldad (Ejerciendo prioridad en su erradicación) 
Personas de medio oriente llegando a Estados Unidos – Pura maldad
La construcción de un muro fronterizo – Maldad (Justificada)
La destrucción de Corea del Norte – Desaparición de la maldad
Despedir a los jugadores de la NFL que se arrodillen mientras se entona el himno estadounidense – Maldad por falta de nacionalismo.
Donald Trump tiene en frente un país que está escapando de sus manos, pierde el control cuando el Odio se vuelve la norma, y sin embargo no logar determinar a quién debe odiarse y por qué habría de hacerlo.  El Odio surge cuando el desprecio a la diferencia se acentúa, eso es lo que siempre le ha molestado a Donald Trump, la diferencia. Como representante de la sociedad estadounidense él se vuelve un ejemplo.
Lo ocurrido en las Vegas es quizá una muestra más de esa clase de desprecio; hace un año Omar Saddiqui Mateen abrió fuego contra el local gay “Pulse” en Orlando, Florida, cobrando la vida de 49 personas. Si bien, en ese entonces Barack Obama era presidente, las manifestaciones de desprecio ya se encontraban en Estados Unidos. La diferencia es que ahora un hombre blanco encabeza la rebelión del odio que no puede justificar desde su bondad.
La diferencia en Estados Unidos persiste, al igual que las formas individuales de pensamiento que dividen y multiplican las formas de Odio.
México clama justicia frente a un gobierno autoritario, Cataluña se rebela contra la nación española y busca independizarse, ambos países desde la unión y desde la forma eficaz de resolverlo, a través de la movilización colectiva, aunque se pague con sangre.

Estados Unidos sólo derrama sangre sin razón aparente,  al igual que el asesino de las Vegas, por el único hecho de despreciar lo que es ajeno, y al parecer este país está lleno de ajenos. 

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