Por: Javier Millán Gómez
Algunos precursores del conductismo, como B.F. Skinner, elaboran posibles conjeturas que expliquen el aprendizaje de los niños. Dos son las más próximas, los niños forman su conducta a partir de la imitación, y otra a partir de la diferenciación, de la utilidad que les genera hacer o dejar de hacer. Entienden las repercusiones de sus actos, lo que pueden provocar y lo que puede pasar desapercibido. Así se van formando los seres humanos.
Un niño va generando su propia experiencia, que lo vincula con su entorno, si aprende a robar es porque sabe que no hay ninguna repercusión, si no es de su contexto que sanciona, será la moralidad la que tampoco le importe. El sentido del bien y el mal se ve tergiversado. La experiencia le advierte al niño, de los riesgos, que no asume, sin embargo, que sigue siendo feliz por el presente, por el momento que le da felicidad más allá del riesgo o del peligro que pueda representar a su cuerpo, no le importa de igual manera seguirá buscando ser feliz.
Esa es la diferencia sustancial entre un niño y un adulto, que el adulto está alarmado por los riesgos de los que también el es parte. Por supuesto, los políticos no son la excepción, ellos son los que provocan los riesgos innecesarios, los que sancionan a la prensa, censuran, se incomodan, acusan a los demás, no son responsables, no asumen el costo de sus acciones. El exgobernador Humberto Moreira fue partícipe de un contexto donde le fue arrebatada la vida de su hijo.
En el afán de evitar los riesgos, el adulto, el político, deja de transformar, se vuelve conservador porque le teme al cambio.
Hace seis años la organización “Nuestro México del Futuro” emitió un spot llamado “El reclamo de los niños incómodos”, en donde varios infantes protagonizaban las actividades diarias que forman parte de la vida adulta. Corrupción, violencia, pobreza en las calles, tráfico en la ciudad, diputados dormidos en el congreso, crimen organizado aliados con políticos. Un periódico que aparece con un encabezado “México no crece”.
Al finalizar una niña declara: -Si este es el futuro, no lo quiero. Basta de trabajar para sus partidos. México ya tocó fondo- Seis años después hemos descubierto que el agujero es mucho más profundo de lo que habíamos imaginado.
Ahora la organización “mexicanos primero” emite un spot donde se burla del estereotipo y las formas de hablar de los candidatos presidenciales. Tratan de concientizar a la población para que voten por aquel que pueda mejorar la educación en este país.
Cada seis años, pareciera que a través de estos mensajes propagandísticos no tratan de recordar que hay algo que debe cambiar, sin embargo, parece que esto sólo refuerza la condición miserable en la que nos encontramos los mexicanos. Una disputa ideológica - electoral que se repite constantemente, en el imaginario social de “Ahora sí vamos a cambiar” compitiendo con la resignación y la aceptación de los males; donde el mexicano tendrá que buscar sobreponerse.
Reflexionar sobre la niñez es reflexionar sobre el punto que nos formó como seres humanos, en la vida adulta parecemos una programación severa que no externa nuestros máximos temores, anhelos, esperanzas e ilusiones; pues en un país como el nuestro, externar nuestras emociones puede comprometernos, a aceptar el fracaso cuando no hemos logrado conseguir lo que más hemos querido. Tranquilidad, la que teníamos como cuando éramos niños.
Algunos precursores del conductismo, como B.F. Skinner, elaboran posibles conjeturas que expliquen el aprendizaje de los niños. Dos son las más próximas, los niños forman su conducta a partir de la imitación, y otra a partir de la diferenciación, de la utilidad que les genera hacer o dejar de hacer. Entienden las repercusiones de sus actos, lo que pueden provocar y lo que puede pasar desapercibido. Así se van formando los seres humanos.
Un niño va generando su propia experiencia, que lo vincula con su entorno, si aprende a robar es porque sabe que no hay ninguna repercusión, si no es de su contexto que sanciona, será la moralidad la que tampoco le importe. El sentido del bien y el mal se ve tergiversado. La experiencia le advierte al niño, de los riesgos, que no asume, sin embargo, que sigue siendo feliz por el presente, por el momento que le da felicidad más allá del riesgo o del peligro que pueda representar a su cuerpo, no le importa de igual manera seguirá buscando ser feliz.
Esa es la diferencia sustancial entre un niño y un adulto, que el adulto está alarmado por los riesgos de los que también el es parte. Por supuesto, los políticos no son la excepción, ellos son los que provocan los riesgos innecesarios, los que sancionan a la prensa, censuran, se incomodan, acusan a los demás, no son responsables, no asumen el costo de sus acciones. El exgobernador Humberto Moreira fue partícipe de un contexto donde le fue arrebatada la vida de su hijo.
En el afán de evitar los riesgos, el adulto, el político, deja de transformar, se vuelve conservador porque le teme al cambio.
Hace seis años la organización “Nuestro México del Futuro” emitió un spot llamado “El reclamo de los niños incómodos”, en donde varios infantes protagonizaban las actividades diarias que forman parte de la vida adulta. Corrupción, violencia, pobreza en las calles, tráfico en la ciudad, diputados dormidos en el congreso, crimen organizado aliados con políticos. Un periódico que aparece con un encabezado “México no crece”.
Al finalizar una niña declara: -Si este es el futuro, no lo quiero. Basta de trabajar para sus partidos. México ya tocó fondo- Seis años después hemos descubierto que el agujero es mucho más profundo de lo que habíamos imaginado.
Ahora la organización “mexicanos primero” emite un spot donde se burla del estereotipo y las formas de hablar de los candidatos presidenciales. Tratan de concientizar a la población para que voten por aquel que pueda mejorar la educación en este país.
Cada seis años, pareciera que a través de estos mensajes propagandísticos no tratan de recordar que hay algo que debe cambiar, sin embargo, parece que esto sólo refuerza la condición miserable en la que nos encontramos los mexicanos. Una disputa ideológica - electoral que se repite constantemente, en el imaginario social de “Ahora sí vamos a cambiar” compitiendo con la resignación y la aceptación de los males; donde el mexicano tendrá que buscar sobreponerse.
Reflexionar sobre la niñez es reflexionar sobre el punto que nos formó como seres humanos, en la vida adulta parecemos una programación severa que no externa nuestros máximos temores, anhelos, esperanzas e ilusiones; pues en un país como el nuestro, externar nuestras emociones puede comprometernos, a aceptar el fracaso cuando no hemos logrado conseguir lo que más hemos querido. Tranquilidad, la que teníamos como cuando éramos niños.
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