Por: Javier Millán Gómez
Hace unos días me preguntaron si era necesaria la existencia de los partidos políticos en México. Respondí con la mejor manera en la que uno puede darle a conocer a los demás que ese está pensando, me quedé en silencio. No me quedaba clara la respuesta. Si bien los científicos sociales dicen algo, resulta completamente diferente aterrizarlo a la realidad mexicana.
En una ocasión anterior ya había mencionado a B.F. Skinner, padre del conductismo contemporáneo. Podemos utilizarlo de ejemplo para demostrar lo diferente que resulta ejecutar una perspectiva sobre la realidad mexicana. Por ejemplo, Skinner está a favor de la colaboración por encima de la competencia, considera que esta última es uno de los principios de los males sociales, pues propicia a la derrota y la desigualdad generando pobreza. La competencia resulta mezquina en la sociedad capitalista, la colaboración social en búsqueda del bien común parece la alternativa.
Sin embargo, en México la colaboración existe, sólo que se mantiene en conservar el estado actual de las cosas, dónde un grupo específico conserva el poder y consigue perpetuarlo a través del tiempo.
El priista César Camacho Quiroz, que ha ocupado diversos cargos públicos en el Estado de México siendo gobernador de este durante el periodo 1995-1999, ahora se postula nuevamente para senador, cargo ocupado con anterioridad durante 2000-2006. También ocurre con los alcaldes de varios municipios del estado que pretenden reelegirse. Sin mencionar los cargos que han ocupado los actuales candidatos a la presidencia municipal de Toluca. El candidato de Morena Juan Rodolfo ya fue presidente municipal de la capital mexiquense con el PAN y Gerardo Pliego candidato de la alianza PAN-PRD-MC, fue diputado federal representando al partido azul. Colaborar en este país significa aceptar lo que los grupos hegemónicos han dictaminado, así es, los partidos políticos y sus candidatos. No hay alternativas.
El mismo Skinner considera a estas estructuras innecesarias, su existencia sólo subyace en la incapacidad de los seres humanos de ejercer un auto control sobre sus conductas y acciones; necesitan que alguien más los guie y les muestre un camino a seguir. Los partidos políticos pueden suplantar esa insuficiencia. La necesidad de pertenencia que no se encuentra en ningún otro lado.
En Tenango del Valle hay una barda pintada con la leyenda que anuncia la necesidad empedernida. Si no se cambia de religión, ni de equipo de futbol, menos de partido político; se dicen ser “Priistas de corazón”. Así está la propaganda tricolor en ese municipio del Estado de México.
Por otro lado, el politólogo Norberto Bobbio considera que la representatividad de los partidos es relativa, este tipo de organizaciones responderán primero a los intereses de su grupo y después al sector que presumen representar. Los procesos en la legislatura mexicana para votar a favor o en contra de alguna ley siempre son los mismos. Los partidos aprueban o se oponen de acuerdo con la indicación de sus partidos, no existe una discusión en el proceso.
En otra perspectiva Giovanni Sartori aprueba la diversidad de partidos; considera amplia la discusión democrática a partir de varios puntos ideológicos que pueden proclamar cada uno de ellos. En México las alianzas entre partidos no dejan claras las ideas puntuales que pueden proclamar las instituciones, si es que las hay. Son confusos los intereses cuando PAN y PRD se encuentran en alianza. ¿Qué pesará más una postura revolucionaria o conservadora? No hay puntos de conciliación en las propuestas.
La complicidad es el eje prioritario de la política mexicana.
Los partidos políticos pueden ser necesarios en el mundo, pero no en México.
Hace unos días me preguntaron si era necesaria la existencia de los partidos políticos en México. Respondí con la mejor manera en la que uno puede darle a conocer a los demás que ese está pensando, me quedé en silencio. No me quedaba clara la respuesta. Si bien los científicos sociales dicen algo, resulta completamente diferente aterrizarlo a la realidad mexicana.
En una ocasión anterior ya había mencionado a B.F. Skinner, padre del conductismo contemporáneo. Podemos utilizarlo de ejemplo para demostrar lo diferente que resulta ejecutar una perspectiva sobre la realidad mexicana. Por ejemplo, Skinner está a favor de la colaboración por encima de la competencia, considera que esta última es uno de los principios de los males sociales, pues propicia a la derrota y la desigualdad generando pobreza. La competencia resulta mezquina en la sociedad capitalista, la colaboración social en búsqueda del bien común parece la alternativa.
Sin embargo, en México la colaboración existe, sólo que se mantiene en conservar el estado actual de las cosas, dónde un grupo específico conserva el poder y consigue perpetuarlo a través del tiempo.
El priista César Camacho Quiroz, que ha ocupado diversos cargos públicos en el Estado de México siendo gobernador de este durante el periodo 1995-1999, ahora se postula nuevamente para senador, cargo ocupado con anterioridad durante 2000-2006. También ocurre con los alcaldes de varios municipios del estado que pretenden reelegirse. Sin mencionar los cargos que han ocupado los actuales candidatos a la presidencia municipal de Toluca. El candidato de Morena Juan Rodolfo ya fue presidente municipal de la capital mexiquense con el PAN y Gerardo Pliego candidato de la alianza PAN-PRD-MC, fue diputado federal representando al partido azul. Colaborar en este país significa aceptar lo que los grupos hegemónicos han dictaminado, así es, los partidos políticos y sus candidatos. No hay alternativas.
El mismo Skinner considera a estas estructuras innecesarias, su existencia sólo subyace en la incapacidad de los seres humanos de ejercer un auto control sobre sus conductas y acciones; necesitan que alguien más los guie y les muestre un camino a seguir. Los partidos políticos pueden suplantar esa insuficiencia. La necesidad de pertenencia que no se encuentra en ningún otro lado.
En Tenango del Valle hay una barda pintada con la leyenda que anuncia la necesidad empedernida. Si no se cambia de religión, ni de equipo de futbol, menos de partido político; se dicen ser “Priistas de corazón”. Así está la propaganda tricolor en ese municipio del Estado de México.
Por otro lado, el politólogo Norberto Bobbio considera que la representatividad de los partidos es relativa, este tipo de organizaciones responderán primero a los intereses de su grupo y después al sector que presumen representar. Los procesos en la legislatura mexicana para votar a favor o en contra de alguna ley siempre son los mismos. Los partidos aprueban o se oponen de acuerdo con la indicación de sus partidos, no existe una discusión en el proceso.
En otra perspectiva Giovanni Sartori aprueba la diversidad de partidos; considera amplia la discusión democrática a partir de varios puntos ideológicos que pueden proclamar cada uno de ellos. En México las alianzas entre partidos no dejan claras las ideas puntuales que pueden proclamar las instituciones, si es que las hay. Son confusos los intereses cuando PAN y PRD se encuentran en alianza. ¿Qué pesará más una postura revolucionaria o conservadora? No hay puntos de conciliación en las propuestas.
La complicidad es el eje prioritario de la política mexicana.
Los partidos políticos pueden ser necesarios en el mundo, pero no en México.
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