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El mexicano y su creatividad obligada

Por: Javier Millán Gómez
Por mi padre, supe de la existencia de un señor que trabajaba en Estados Unidos, era inmigrante y trabajaba en el estado de Washington en un cultivo de manzanas. En una ocasión el sistema de riego que tenían los gringos se averió, esperaban desesperados al técnico que les resolviera el inconveniente; de no hacerlo perderían la producción de manzanas correspondiente a ese día, el dinero ser iría por el trabajo que no hacen las maquinas.
El hombre inmigrante cavó unas zanjas alrededor de los árboles entrelazando los canales hechos en la tierra, desde una esquina dejó el agua fluir, el líquido vital fluyó por todas las zanjas que había cavado. La producción de ese día fue “salvada”. Los estadounidenses quedaron maravillados por el ingenio del trabajador mexicano.
Hace unos días, Xóchitl Guadalupe Cruz López con tan solo ocho años, recibió el “Reconocimiento ICN a la mujer” que otorga el Instituto de Ciencia Nuclear de la UNAM, por demostrar aptitudes sobresalientes para el trabajo de divulgación científica.
La niña chiapaneca, entre otras cosas, desarrolló un calentador solar que utiliza en su casa. Jesús Iradier Santiago, coordinador estatal del programa Adopta un Talento, comentó que en México hay muchos niños y jóvenes con gran capacidad para lo científico, declarando que las capacidades se pierden debido a que los menores no reciben la atención adecuada por parte del sistema educativo.
Siempre nos han dicho que el mexicano tiene “ingenio”, y eso debería volvernos la envidia de todos los extranjeros. El mexicano se ha visto obligado, su creatividad e ingenio es producto de las deficiencias de un sistema político-económico, de un entorno natural que le brinda todo, pero un panorama político que no le ayuda e incluso le impide. El mexicano tiene un instinto de supervivencia, que le permite resolver sus problemas. Resignado sabe que sus reclamos no serán de utilidad tiene que salir adelante por sí mismo. Xóchitl necesitaba agua caliente, y el inmigrante en Washington tuvo que irse de su país para buscar una mejor calidad de vida, se llevó sus habilidades, sabe cómo hidratar a los árboles porque en su país no hay sistemas tecnológicos de riego. Por eso es valorado, porque resuelve a pesar de lo que no se tiene. Esa es la cualidad del mexicano, encontrar las  herramientas necesarias y si no las encuentra, las inventa.
La creatividad obligada del mexicano no sólo ocurre en la tecnología o la ciencia, también en el arte. El cine mexicano no tiene efectos especiales, ni mucho menos animaciones digitales elaboradas como cualquier producción del gabacho. El mexicano le apuesta a las historias, algunas inspiradas en casos reales como “Espacio Interior” otras evidencian los problemas contemporáneos como “La región salvaje”.
Guillermo del Toro viene de esa tradición creativa, las ideas prevalecen, sus historias son profundas y la fantasía estremece. El hecho de contar con financiamiento extranjero para poder producir sus ideas, sazonan más sus películas, tanto que repercutieron en un par de premios Óscar, uno al mejor director, otro por “The Shape of Water” como mejor película.
El mexicano seguirá siendo un creativo obligado, mientras la ayuda de los demás nunca llegue.


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