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Alcanzar una utopía a través de la violencia

Por: Javier Millán Gómez
El mundo mantiene la palabra “PAZ” en sus discursos, como si toda la audiencia entendiera qué significa la paz y cuáles son los caminos y procesos para lograr alcanzar ese estado de bienestar al que constantemente se recurre en los medios de comunicación. Pero el mundo no educa para la paz, educa para la expectación y el interés individual.
Al desconocer los procesos para lograr la paz, el ser humano se ve obligado someramente a recurrir a la violencia para lograr un estado libre de tensión, a través del sometimiento de una de las partes en conflicto
Hace una semana, el presidente ruso Vladimir Putin se reunió con el mandatario sirio Bashar al-Assad en la ciudad rusa de Sochi; el objetivo fue iniciar un proceso de paz en Siria, luego de dar a conocer que al-Assad controla el 98% del territorio del país. La paz para Putin se logra a partir del control, del sometimiento y no de la autonomía y la negociación.  
Unos días después de la reunión, 53 civiles murieron, entre ellos 21 niños, siendo víctimas de ataques por parte de bombardeos rusos en la ciudad de Al-Boukamal, uno de los pocos territorios controlados por el Estado Islámico (ISIS). La paz no puede ser posible si no existe un control absoluto.  
Resulta paradójico hablar de paz mientras el proceso para alcanzarla es la guerra; la guerra como un hecho de tensión constante. ¿Quién desea la tensión, la incertidumbre o el miedo? Sin embargo, se aceptan estos estados emocionales cuando se piensa que alguien doblegará sus ideales, estará sometido y abandonará sus ideales. Es la eterna competencia de ver quién pega más fuerte, de quien se rinde.
Rendirse como un acto no sólo de aceptación de la derrota, sino más bien de abandono de las formas de pensar e ideales propios. Los estudiosos como Johan Galtung aceptan al conflicto como una condición inherente al ser humano, sus condiciones históricas, económicas, políticas o culturales lo configuran y establecen su diferencia amplia frente a otros. El conflicto no puede evitarse, pero sí puede resolverse a través de la paz.  La resolución del mismo debe ser trascendente. El conflicto debe aportar soluciones que modifiquen funcionamientos u objetivos en común.
La otredad como siempre, forma parte de mis ideas, insisto siempre en que los seres humanos deben estar dispuestos a defender lo ajeno, defender a lo que no pertenecen, lo que es distinto a ellos. Por ejemplo, que el citadino defienda al indígena, el hombre a la mujer, el mexiquense al oaxaqueño, el chofer al peatón, el heterosexual al homosexual. Pero esto no ocurre, hay una manía insistente en sentenciar lo distinto.

Siempre me ha sorprendido la violencia, no como derivación de un conflicto social, si no la violencia como espectáculo, el ser humano está imposibilitado de erradicar la violencia porque le ocasiona placer cuando suele mantenerse como espectador. Hasta que la circunstancia le obligue a pensar lo contrario, y rechace a la violencia. Pareciera que el ser humano tiene que vivir y experimentar las cosas atroces para saber que existen. ¿Qué tendría que ocurrirles a Vladimir Putin y a Bashar al-Assad para encarnizar la violencia y ser víctimas de ella?. 

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