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Nada es gratis, al menos en Internet


Por: Javier Millán Gómez
(Publicado en el diario "El Sol de Toluca". Viernes 12 de Julio de 2019)

Camina por la calle, revisa en su smart watch el número de pasos que ha dado, supervisa su actividad física en función de su reloj inteligente, aprovecha para revisar si tiene algunos mensajes, le han llegado algunos; de su bolsillo extrae su teléfono celular y los revisa. Llega a casa, abandona su celular pero sigue conectado en su computadora portátil, hace algunas compras por internet, chatea con amigos, enciende la pantalla que está en su sala y nuevamente se conecta para ver la serie que aún tiene pendiente terminar, regresa a su celular y pide algo de comer, monitorea el tiempo de llegada de sus alimentos.

El entorno del sujeto está regido por la conexión a Internet. La empresa estadounidense de telecomunicaciones CISCO, estimó que en 2020 habría 50,000 millones de dispositivos conectados a internet, lo que significa casi 7 aparatos conectados en promedio por persona en el mundo.

Marshall McLuhan, filósofo canadiense declaró que la tecnología es la extensión del ser humano, se vuelve su boca, sus ojos, su tacto. Incrementa su alcance y su visibilidad con otros. La tecnología se ha vuelto la forma en la que se genera interacción en el mundo, el Internet es sede de conexiones humanas, en ese espacio virtual se decide, piensa, planea y actúa. Y el vínculo entre seres humanos y dispositivos móviles vuelve a la seguridad vulnerable. Un ser humano puede encontrarse en cualquier lado siempre y cuando tenga un dispositivo conectado a la red.

Los servicios a los consumidores se ofrecen a través de aplicaciones específicas, la mayoría son gratis, aparentemente, porque no hay un pago económico o una remuneración monetaria; se paga con información personal, datos relacionados al consumo, tendencias, gustos de todos y cada uno de los usuarios. En Internet los datos personales se ofrecen a cambio de rastrear a un posible consumidor, descargando un juego o una red social para obtener una pareja.

La web ha encontrado la forma de rastrear las preferencias de los usuarios, y en función de ello, los datos estadísticos se venden a las empresas a cambio de que su publicidad llegue a consumidores susceptibles a la seducción de adquirir y pagar por un producto o servicio.

¿Se han dado cuenta de los anuncios que aparecen durante su navegación en Internet? ¿Cuántos de estos productos o servicios que aparecen les resultan atractivos? No es coincidencia, si han buscado algo, Internet ya sabe qué les interesa.



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